“De todo se puede hacer filosofía: no hay ámbito de la experiencia que escape a la reflexión filosófica, y tanto mejor si el campo ya ha sido arado por una de las ciencias humanas.” - Pareyson, L. 1998

La comunicación y la filosofía comparten relación frente al fin con el que se han impartido a lo largo de la eras sociales, pero se hace importante analizar que la filosofía ya sea como campo o disciplina tiene discusiones que se remontan a por lo menos 2000 años de historia, traspasando lo académico y lo científico, puesto que su conocimiento plantea hacerle preguntas a la existencia, el ser, el conocimiento puro, la estética, la moral,  la mente, lenguaje y a su proyección proponiéndose específicamente comprender el sentido como arte del pensar. Por su parte la comunicación es asociada al saber-hacer empírico que ha venido desarrollándose en los últimos cien años como espacio académico institucionalizado.

En este orden de ideas, puede afirmarse que la filosofía es el campo del saber más importante para el ser humano, pues a decir de Francis Bacon, alejándose del misticismo y la religión, su origen radica en satisfacer las necesidades humanas con base en métodos a priori como la especulación, la interpretación y el análisis conceptual.

Por su parte Judith Lazar (1996) apunta directamente a la consideración de las fuentes teóricas que han contribuido a la creación de la ciencia de la comunicación: psicología, sociologías interpretativas y antropología. La comunicación es situada en el punto intermedio donde necesita los aportes de la ciencia, pero también se ubica en las humanidades.

Esto nos permite analizar  que la filosofía ha planteado sobre la comunicación como objeto de pensamiento que nace de la ontología y porta ideas de ética.

A través de los años los  lingüistas deducen que toda comunicación es, en el fondo, transmisión de información y, por consiguiente, transferencia de símbolos, de modo que la llamada comunicación existencial tiene que ser asimismo simbólica, filósofos que se dedicaron al estudio del signo y su intérprete, mientras otros dedicaron su carrera a la naturaleza, tipos de discurso y no reduce el fenómeno al simple contacto físico.

Por otra parte se centra a la comunicación como capacidad inherente, concepto de comunicación y existencialismo que, afirma Abbagnano, tiene relación con filosofías como las de Heidegger, Dewey y Jaspers. “Si bien la filosofía no fue del todo ajena a la problemática de la comunicación, no hay figuras que la hayan tratado de manera articulada y satisfactoria. El existencialismo y la hermenéutica son las corrientes que más se interesaron por la cuestión, intentando destacar el plano ontológico del diálogo”  (Ure, 2010:17).

Se expresa la revisión de Galindo (2008) al diccionario de Miguel A. Quintanilla (1995), donde la teoría de la información deja a la comunicación reducida a la funcionalidad cuantificable y la teoría filosófica como algo irreductible que condiciona la interacción humana; para él, descifrar es interpretar, y por lo tanto el proceso de comunicación es un proceso intersubjetivo de interpretación.

Queda claro que en las relaciones comunicacionales se produce encuentros intersubjetivos en el que la interioridad de quienes actúan es entregada a los demás. La ética dice que “comunicar es siempre un riesgo” (Fabris, 2004:13). Se entiende cuando se entra en contacto, pero no cuándo acabará o la directriz que se dé. La filosofía es sin duda la posibilidad más amplia de una comunicación como base de las sociedades democráticas con formas de aproximación al saber-hacer.

¿Es la comunicación un objeto de conocimiento filosófico?